«Durante 8 meses he cambiado mi rutina.
¿Levantarme a las 6:30am? ¿Quién lo hubiera pensado? Los que me conocen saben que no soy la persona madrugadora en la que me he transformado hoy en día, sin embargo, hay algo que me motiva. No lo veo como un trabajo y no lo es. Son mis dos pequeños Host Kids, los que me entusiasman cada día a formar parte de sus momentos felices y una tarjeta en el mes 3 que decía «¡Eres la mejor del mundo!».
Cierro mis ojos y ya miles de recuerdos vienen a mi mente. Viajes con mis nuevos amigos caminando por el puente de Brooklyn, una visita a la Galería de Arte Nacional, nadar en el Pacífico, un partido de NBA, el sabor a sidra caliente, una foto en el gran cañón, disfrutar los días de sol en Georgetown.
Algunas veces siento que soy su mamá, acuden a mi y lloran por un mal día en la escuela. Otras siento ser su mejor amiga y me cuentan todos sus secretos, sus miedos. Otras su hermana mayor y pelean conmigo. Otras soy la hermana menor y se preocupan porque no me vieron durante un fin de semana entero y quieren saber con quién estoy saliendo, a dónde fui, quienes son mis amigos y así.
Puede parecer un cuento de hadas, pero no todo es tan perfecto. También hay malos momentos. También he pasado momentos donde he estado asustada, decepcionada, triste. Pero sabemos que es parte de esta experiencia y para mi es más fácil recordar todos los momentos en los que eres y fuiste feliz. Lo vale todo».